Un helido aire inundo mi sangre, un escalofrió recorrió mis venas, me di cuenta que en realidad era tan fácil perderlo todo en tan poco tiempo, lentamente fui alejándome, mientras el hombre con voz ronca, calvo y con una cicatriz en la cara se acercaba a mi, con su afilado cuchillo.
- Confía en mí, no te dolerá – me dijo con una risita
En ese momento me detuve, sabia que mi muerte era inevitable, que no podía hacer nada para escaparme de ella, deje de usar mis fuerzas, respire profundo y el se lanzo hacia mi clavándole el cuchillo en mi vientre.
- Dulces sueños- me dijo y se fue andando.
Caí ensangrentada al suelo, viendo borrosamente como el hombre se alejaba, intente no prolongar mas mi agonía ya que era inevitable morir, me trate de quedar dormida, tarareando mi canción favorita…
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